domingo, 13 de marzo de 2011

La Poética del Cosmos en la pintura de Paul Klee


Paul Klee, el poeta por excelencia de la pintura del siglo XX, ha sido uno de los artistas mas originales de nuestro tiempo. Su magnífica obra posee una particular cualidad universal capaz de seducir intensamente. Sin embargo, su arte no se aprecia de un modo inmediato, requiere tiempo y una especial atención a tal extremo que como lo expresa J.C. Lambert: Cada una de sus pinturas exige, no solo ser contemplada, sino también descifrada, igual que si se tratase de un documento llegado milagrosamente hasta nosotros y concerniente a un mundo otro en el cual son pocos los que consiguen penetrar.

Nacido en Suiza en 1879, pasa su primera juventud en viajes y estudios interesándose vivamente en la música y el dibujo. Se advierte desde temprano la impronta de un creador excepcional, destinado a señalar el camino a gran parte de los artistas del siglo XX.
Luego de un profundo período de formación en la academia de la ciudad de los veinticinco mil pastores, Munich, establece una cálida amistad con Kandinsky el grupo “Blaue Raiter” (El Jinete Azul), con quienes participaría en una exposición tiempo después. Hasta ahora es todavía un dibujante que ha experimentado pocas veces el color y ha pintado sobre todo acuarelas. Pero tras una temporada en Paris en 1913, (donde conoce a R. Delanauy) y traduce al alemán su ensayo “Sobre la Luz”), seguido de un viaje a Túnez realizado en la primavera del año siguiente, brota sorpresivamente madura su vocación de pintor. En tal ocasión anota en su “diario íntimo”: el color me posee, no tengo necesidad de asirlo, sé que me posee para siempre; esta es la revelación de la hora feliz, el color y yo somos una sola cosa. Soy pintor. A partir de aquí el interés por la luz en Klee será ascendente para él la importancia del color no está en su signalética tradicional sino en su función estética pura. El busca disasociar la idea del color a modo de atributo de una forma u objeto determinado para llevarlo a la pintura totalmente libre, totalmente independiente, desligado completamente de cualquier esquema de realidad exterior. Para conseguirlo utiliza a menudo el contraste simultáneo y espacios energéticos de colores, logrando que adquieran ritmo, dinamismo, profundidad y perspectiva propia, convirtiéndose así en colores autónomos. Nacen telas como “Arquitectura Espacial”, de exquisita armonía cromática y formal o “El tapiz del Recuerdo”...

donde se intuyen ya a través de ecos misteriosos, casi mágicos y de alusiones sumamente ocultas, el deseo de lo cósmico, el soñado anhelo de… “abarcar el dominio completo de los elementos, de los objetos, del contenido y del estilo”.

Tras terminar la primera guerra en la cual sucumbieron dos apreciados amigos del pintor; Franz Marc y August Macke, escribe hondamente adolorido: Cuanto más horrendo es este mundo (como ahora), más abstracto se vuelve el arte, mientras un mundo feliz produce un arte inmanente. Es decir, mientras la tendencia a la abstracción es el resultado de una profunda inquietud y angustia del hombre ante el mundo, la tendencia a la figuración implica entre el hombre y su entorno una relación feliz y panteísta. Consecuentemente, Klee entendía la guerra a modo de “catarsis trágica”, en el sentido aristotélico del término, o sea la liberación y purificación de las compulsiones emotivas provocadas por la tragedia. No es de extrañar, entonces, constatar que el drama dejará un gesto imborrable en su posterior obra, pero la tristeza será mitigada por mejores experiencias y es así que en 1920, tras una invitación de Walter Gropius, ingresa de profesor a la Bauhaus. La fascinante atmósfera que se generó en la Bauhaus en esos años, resultado del próspero trabajo grupal, sólo nos hace recordar el etéreo encanto de los talleres del Renacimiento y fue tal la atmosfera la que enriqueció magnamente la obra y vida del maestro. Esta etapa es marcada por una intensa reflexión y ferviente entusiasmo por la práctica de la enseñanza, la que estimula y vitaliza su fe creadora.

Coloque a los que afecta
(1922)





Castillo y Sol
(1923)


Se interesa por variadas manifestaciones artísticas, estudia el mosaico bizantino, la miniatura persa, la cerámica incaica, etc. Sin embargo, es solamente con el conocimiento de los ideogramas chinos de escritura que surgen sus cuadros “signos”. Ellos son el fruto de la evolución cósmica experimentada. El dominio total de su medio posibilitó a Klee la comprensión de hechos y capas o niveles de conciencia siempre nuevos. A través de la profunda meditación logra “disolverse” en la totalidad universal, para a continuación concebirse no sólo al mismo nivel de los animales sino también de las plantas y de las piedras. Esta gnosis que alcanza al percibir el ritmo subterráneo de la naturaleza, la plasma, partiendo de la abstracción de los elementos plásticos, pasando por las combinaciones que hacen de ellos seres concretos o cosas arbitrarias, como puntos, cruces, cifras o letras aisladas, llegando a crear un cosmos plástico cifrado abundante en relaciones, misterios y semejanzas a la Gran Creación. Cada uno de los signos que componen estas fórmulas mágicas son una señal o clave, sin reducción semántica, de un orden superior absoluto. Cuanto más se impregna en él la imagen de la creación como génesis en lugar de una imagen ya terminada. Todo lo que ocurre es símbolo y el arte es un símbolo de creación.

Globo Rojo (1922)






Camino principal,
caminos secundarios
(1929)

Al pasar el tiempo las más abiertas influencias se van alejando y el largo período en que el pintó ha asimilado los aportes más vivos del arte contemporáneo concluye en la afirmación de un estilo pictórico absolutamente singular.
Dos años después de un viaje realizado a Egipto en 1929, acontecimiento que le permitió reafirmar numerosas ideas creativas, se traslada a la Academia de Dusseldorf, donde su experiencia será breve, ya que se verá interrumpida cuando es expulsado de Alemania por los nazis. Tal hecho le hace regresar a Berna, donde contrae una enfermedad incurable que mina sus fuerzas vitales. Pero su lucidez mental se mantiene inalterable y su ritmo de trabajo casi no disminuye......... Insula Dulcamera (1938)





A tal manera que expone por primera vez en Inglaterra y organiza una gran exposición personal en Suiza. Mientras en Munich se presentan diecisiete de sus cuadros entre los llamados “artistas degenerados” por los nazis, recibe incontables muestras de afecto y reconocimiento. Es visitado en su taller por Braque y luego por Picasso, a lo cual se suma su éxito en Nueva York y París quienes lo ponen sin duda en su justo lugar; el primero. Es quizás la enfermedad que padece y el presagio de los más dramáticos hechos que ocurrirán en Europa, lo que influye en sus últimas composiciones, las que han perdido en parte la alegría cromática característica de los años anteriores, tornándose más oscuras, aunque más irónicas y no faltando en éstas metáforas poético-plásticas, alegorías alusivas a la muerte, la que finalmente le sorprende en junio de 1940.

Ad Parnassum (1932)

Durante su vida Klee puntualizó teóricamente sus ideas estéticas en escritos, cuyo valor para el arte es únicamente comparable con la ingente trascendencia de los aportes que hizo Isaac Newton a la física. A Klee le interesaba no lo que el hombre era, sino lo que podía llegar a ser, ansiando siempre encontrar ese punto metafísico donde se pudiera comprender la relación entre el “yo” y el mundo donde nada fuese contradictorio, donde sólo existiese la unión. Pintaba la inocencia de un niño, no al niño, la melancolía del atardecer, no el paisaje mismo; la belleza de la naturaleza, no su reproducción… su arte es espiritualismo puro. Picasso lo definió admirablemente: Pascal-Napoleón, que sobre la impresión de la apariencia personal, es la descripción de un hombre que poseía la meditación y la acción, la mirada interior y la astucia extrema. Fue pintor, músico y poeta. Es muy justo entonces que el poema que escribiese de epitafio para su tumba sirva de final al destino de Paul Klee:............. Caballero Negro (1927)





Aquí abajo no soy tangible
pues habito tanto entre los muertos
como entre los que aún no han nacido
Un poco más cerca de la creación
que de costumbre
aunque muy lejos aún de estar
lo bastante cerca de ella.




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