domingo, 24 de abril de 2011

El ARTE EN LA BUSQUEDA DE SI MISMO

Imaginémonos en Nueva York, año 1942, un hombre juega ajedrez. Para él cada movimiento de una pieza a través del espacio evoca asociaciones abstractas de formas y colores. Se emociona con cada jugada. Este hombre, había abandonado el arte hace tiempo atrás. Es Marcel Duchamp (1887-1968), una de las personalidades artísticas más influyentes y enigmáticas del siglo pasado.

Nacido bajo una atmósfera conservadora pero de cierta comprensión artística. Duchamp aprovechó de manera muy inteligente sus excesivamente estudios de arte.  Para desarrollar por contraposición, una profunda actitud iconoclasta, la cual unida a un pensamiento en extremo caustico e incomparablemente original, constituiría la impronta característica de toda su vida.

Luego de navegar por varias corrientes artísticas, Duchamp siente la necesidad de escapar de ellas, entendió que un verdadero recomienzo únicamente puede tener lugar después de una auténtica destrucción del universo artístico instituido. Por aquel tiempo pintó dos de sus famosas obras tituladas “Desnudo bajando una escalera”.
Síntesis exacta de cubismo y futurismo a la vez. En el fondo en esta obra el movimiento es nuestra mirada que se incorpora a la tela. A partir de aquí Duchamp se aleja de los medios externos de la pintura para examinar propiamente su significado, al margen no solo de su representación, de la que ya se había liberado, sino, fundamentalmente de su contenido. 

En su constante evolución experimentó primero con los ready-made (objetos prefabricados) para luego tender cada vez más hacia instalaciones de vidrio, metal y madera. Con estas realizaciones pienso que buscaba aproximarse a la realidad del objeto creado con su intrínseca realidad plástica. Cuando hubo logrado este fin Duchamp como Rimbaud, se retiró con absoluta indiferencia a una inacción casi total. Había llegado a un punto en el cual la obra de arte ya no podía ser juzgada como un “producto estético”, sino a modo de creación libre.
 
  Anarquista, antiartístico, desmitificador y antidogmático, el dadaísmo más que formar un movimiento artístico coherente, intentó a mi entender, manifestar una manera de actuar, fue una generación iracunda, un acto extremo de rebelión surgido en Europa en los años de la Primera Guerra Mundial. Por sobre la obra fue el gesto lo que movió a Dadá, gesto que superó los medios artísticos convencionales para expresarse en todo ámbito social, siempre que ese ademán satírico fuese comprendido como “provocación” contra las “momificadas” tradiciones, la moral, la ley o cualquier normativa u ortodoxia.
 

Duchamp que con antelación a la gestación de Dadá, ya reflexionaba sobre el significado último del quehacer estético, pudo canalizar sus ideas, con la creación de obras y la organización de acciones de arte dadaístas. Ahora si bien activa y en parte conceptualmente, Duchamp participó en Dadá, no creo que podamos decir que perteneció a él, es conocerlo mal. 
El dadaísmo quiso hacer tabula rasa de toda la historia del arte sin proponer nada para reemplazarlo, en cambio Duchamp advirtió con prelación que la destrucción de las nociones clásicas de arte es solo la primera fase de un proceso más complejo y que la recreación de un nuevo Universo estético debe seguir necesariamente.

Sin duda, la principal contribución de Duchamp y que representa un hito crucial en la historia del arte, fue el desarrollo del concepto y la ejecución de los ready-made.

Los ready-made son objetos producidos en serie que por la simple elección del artista (el cual renuncia por completo a cualquier aporte artístico) son exaltados a la categoría de obras de arte


"Secador de botellas 1915"


 ¿Qué significan estos ready-made?

   Antes que nada son una provocación. No se quiere exhibir trabajos artísticos serios, sino una invitación a cuestionar la esencia misma del arte, pero desde la perspectiva de lúdica de Marcel Duchamp. O sea son un llamado a romper con las estrictas y solemnes estéticas del pasado, aceptar el desafío despreocupado de desligarse de todo prejuicio, de todo lo que limita, de todo lo que agobia y de todo lo que importa. Al entrar en este “juego” sin reglas se advierte de improviso la débil frontera que separa a la obra de otros objetos sin valor estético, de hecho Duchamp trata de eliminarla al incorporar objetos pre-fabricados que cumplen una función práctica (ready made), en un mundo donde estamos acostumbrados a  contemplar exclusivamente “obras de arte”.


                Como aquel emperador de la China que enviaba artistas de su corte a regiones muy lejanas a buscar piedras de formar raras y fantásticas, que él hacía colocar en un pedestal junto a las obras mas preciadas de sus colecciones. Duchamp nos sugiere que sus ready-made  también son arte. Entonces el artista no realiza una obra, realiza un acto, un acto puro que sólo se puede considerar en sí mismo. En este paradigmático acto de elección, eleva a calidad artística cualquier objeto que sea presentado como tal (lo cual se constituye de inmediato en una nueva definición de arte, que obliga a la revisión absoluta del comportamiento del creador con respecto al “objeto creado”).

                Además hace evidente que muchas de las cosas que estimamos como arte, no es debido al proceso creativo del cual han nacido, sino a causa simplemente de una disposición especial en nuestras relaciones con la realidad, a una actitud que nos fuerza a ver de modo distinto el “hecho estético” del resto de las cosas.

                La poderosa influencia del “espíritu”  ready-made, trascendió su tiempo e impulsó la formación de numerosas corrientes artísticas, de entre las que cabe destacar el Arte Cinético, Op Art, Pop-Art, Conceptualismo, Happening, Body Art, Land Art. y Commodity Art. Duchamp había encendido una luz para el desarrollo del arte moderno llamada a no extinguirse siquiera en nuestros tiempos. Como profetizó Apollinaire y parafraseó Herbert Read, “Duchamp estaba destinado a conciliar el arte y el pueblo, el pueblo sin embargo no estaba preparado para la conciliación y creo que dista mucho de estar preparado todavía.

Victor Vasarely         Roy Lichtenstein         Jeff Koons     

                  Su rica experiencia nos enseña a abrir sin cesar paréntesis en nuestra trivial rutina de la vida y lo que es mas importante, olvidar a menudo de cerrarlos.

                Tal vez, en algún lugar remoto, la partida de ajedrez aún continúe… quizás Duchamp haya jugado; dama siete alfil, dando jaque mate a un rival imaginario. El rey habrá caído, pero el “juego” aún no habrá terminado.