viernes, 8 de julio de 2011

Juan Egenau o la pasión por la metamorfosis

(Santiago 1927 - 1987)






Tuve la suerte de conocer personalmente a Juan Egenau, cuando lo visitamos en su casa, junto a mi primo Pablo Muller, quien en esa época estaba realizando la tesis sobre su obra. Me queda el recuerdo de una persona afable, sencilla, carismática de carácter introvertido y contemplativo, que plasmó en sus obras un constante cuestionamiento del ser y su relación con la vida y con los otros.
 

Algunos años después, siendo alumno de la UDP, y junto a un grupo de compañeros, que compartíamos los mismos intereses, retomamos el proyecto de publicar la revista Perspectiva, en ella pude publicar un artículo sobre este maestro de la escultura chilena, a continuación les invito a leer este artículo;




 Si se examina la actividad artística de posguerra, no es difícil constatar como el impulso creador proliferó considerablemente. 
De la búsqueda realista a la informalista, del Neodadaísmo al Pop Art y al Neoexpresionismo pasando por el Conceptualismo y varios “ismos” mas, son numerosas las corrientes que existen simultanea o sucesivamente. 

Sin embargo, independientemente de la diversidad de propuestas estéticas, se podría decir que en más de un aspecto, hay una “tendencia” dentro de las tendencias, la cual no es diferenciable por un modelo formal en particular, aunque en ella confluyen inquietudes, intereses y necesidades comunes. Más bien, como lo expresa Mario de Micheli: “Es una tendencia que va mas allá de las poéticas programáticas para alcanzar su fuerza en la condición del hombre de la actualidad, en las interrogantes que éste se plantea respecto de sus relaciones con el mundo de hoy, donde una serie de fenómenos de heterogénea naturaleza – culturales y tecnológicos – fijan o intentan fijar su comportamiento y sus elecciones.”
 
Dentro del ámbito de la escultura chilena, esta problemática fue asumida por algunos artistas nacidos alrededor de la segunda década del siglo pasado. Entre ellos sobresale la figura de Juan Egenau Moore.  Puede decirse que toda su obra es un constante y paciente proceso de experimentación en los principios constitutivos de la escultura, desde la perspectiva de un fiel testigo de su tiempo.


Para acercarnos a las creaciones de Egenau, para situarnos ante ellas, podríamos tomar como advertencia las primeras líneas de la Metamorfosis de Ovidio: Mi propósito es hacer el recuento de los cuerpos que han sido convertidos en otro tipo de formas.
Torso

Alusivamente en sus esculturas surge la obsesión metamorfósica – entre cuerpo y alma – como una necesidad impetuosa, incitando al artista a apartarse prontamente de lo conocido, en la búsqueda de otra realidad, donde seres hieráticos viven secretas emociones.

Se podría conjeturar que hay en la escultura de Egenau dos fuerzas de acción principalmente dominando el desarrollo de su lenguaje. Ellas son la fuerza “vital” y la “mítica-intuitiva”. De la fuente vital procede todo cuanto representa la palabra “concreción” de Jean Arp; coherencia (cohesión) formal, la realización de una masa integral en un espacio real, ritmo dinámico. De la fuente mítico-intuitiva nace la arquetípica y sugestiva vida de sus efigies, el uso de símbolos y la idea fundamentada en el ídolo moderno: la maquina:

Ancestro Tecnológico

De tal manera vemos a figuras aprisionadas, desnudos acorazados, herméticos y sensuales torsos femeninos envueltos en blindajes que los oprimen como queriendo penetrar la carne, buscado quizás que la piel se transforme en metal. 

M32
M2
A semejanza de una transmutación de la debilidad física, a la fuerza de un material resistente, poderoso. 
Así también en estas estructuras energéticas se aprecia el ansia de proteger y cautelar al hombre, contra la continua e irracional hostilidad y violencia de sus actos.
Como el mismo Egenau lo enuncia, ellos son:


    
Seres que nunca sufrieron la precaria e
indefensa situación, que amaga la total
desnudez del recién nacido.

Seres inabordables, indiferentes, no
comprometidos con las humanas
demencias, que instrumentan sus
posteriores trastornos y desvaríos.

Seres que resguardan su quimérico
contenido en la implacable
inexpugnabilidad de mecánicos artificios
y sutiles tecnologías.



M3


M1

M4


Siguiendo una línea evolutiva, el artista deriva a morfologías mas abstractas, donde la forma ha perdido parcialmente los signos que permiten identificarla con realidades concretas. 

Organo Objeto III
Pero subterráneamente ocultos en estos Organobjetos, bajo sus desnudas, diestramente pulidas superficies, un intenso sentimiento agita la materia, se consustancia con ella, mientras en el frío aspecto exterior, raros engranajes de rigurosas geometrías, parecen poseer una enigmática revelación que todavía no debe ser enunciada.

En sus últimas composiciones, plenas de madurez artística, asistimos a la ocupación del siempre misterioso bloque cerrado como esquema de construcción. Los Artefactos salidos de su fragua, presentan además el interesante empleo del color negro, abandonando así la brillantez característica de las obras anteriores, pero conservando aún claramente la imagen mecanicista. 



Artefacto VIII
El color negro generalmente asociado a la muerte, podría significar e Egenau, el deseo de sublimar en el arte, cualquier sentimiento o estado angustioso o abrumador del hombre. Vivo de mi muerte – escribió Miguel Ángel Y aquel que no sabe cómo vivir de la ansiedad y la muerte, que caiga en el fuego en que yo me consumo
El silencio y la solemnidad no están ausentes en estas masas intactas, que sin esfuerzo penetran el espacio y lo devoran, que no necesitan de él para afirmar su existencia, pues crean en torno a sí un nuevo espacio. Un espacio más libre, donde el hombre pueda empezar a reflexionar.


 Siempre fiel testigo de su tiempo dijo sobre el mundo:
Hay un clima de amenaza y agresión que nos obliga a ser cautelosos. Veo un irracional comportamiento ético y moral del ser humano, una continua hostilidad, falsos símbolos y valores que orientan su destino, veo torcidas invocaciones que buscan justificar la alienación y violencia de sus actos. Ello genera en mi un sentimiento de rechazo. 


La obra de Juan Egenau representa sin duda uno de los aportes más importantes hechos a la plástica chilena durante el siglo pasado. Su estilo lleno de originalidad y calidad lo hizo conocido y admirado internacionalmente. Su arte invoca al porvenir el cual presenta y presiente, lo que tal vez será nuestra futura situación en este lugar sin reposo que es el Universo.

Puerta edificio UNCTAD III (detalle) 1972

1 comentario:

  1. Hola
    Muy buen artículo, felicitaciones.
    Soy historiadora del arte y estoy investigando el tema ¿Es posible leer la tesis de Pablo Muller?
    Saludos y muchas gracias

    ResponderEliminar